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ROMA: LA CIUDAD ETERNA
La ciudad eterna es Roma. Y no solo porque lo diga la película de Ford y Porter de principios del siglo XX, sino porque realmente en Roma da la sensación de que se detiene el tiempo, que la ciudad existe desde siempre y existirá para siempre. Es una ciudad viva, caótica, hermosa, con personalidad propia. Si solo se pudiera visitar una ciudad en el mundo, esa debería ser Roma.
LA HUELLA DE UNA CIVILIZACIÓN
Según la leyenda, la ciudad de Roma fue fundada en el siglo VIII a. C. por Rómulo y Remo, dos gemelos que fueron rescatados y criados por una loba. De la historia primitiva de la ciudad no se tiene mucha información, pero lo que sí se sabe es que tras los etruscos llegó la República romana y más tarde el Imperio, y así es como se gestó la civilización romana , cuna de la civilización occidental actual. Las huellas del pasado en la ciudad de Roma son, obviamente, innumerables, y si eliges para tu estancia uno de los hoteles del centro de la ciudad, como, por ejemplo, el hotel Ariosto, estarás muy cerca de los principales restos de la antigua Roma: el Coliseo, los foros romanos, el Palatino, el Panteón de Agripa…
El foro romano era el auténtico corazón de la ciudad antigua, y allí se desarrollaba la vida política, social y económica de Roma, por lo que su visita es obligada para conocer la historia en el mismo escenario en que tuvo lugar. El foro y sus ampliaciones fueron construidos por los más destacados emperadores, y en la colina del Palatino se encuentran las ruinas de la residencia imperial, cuya edificación fue iniciada por Augusto. En las partes sur y oeste hay otros lugares que merece la pena visitar, como los restos del Circo Máximo , las Termas de Caracalla o el curioso Puente Roto. Junto al Palatino y el foro se encuentra el Coliseo , el famoso anfiteatro del siglo I que se ha convertido en uno de los principales iconos de la ciudad. Y justo al lado de este impresionante monumento hay un hotel bastante barato, el Colosseo Resort. Aunque si prefieres alojarte cerca de la principal estación de Roma, Termini, también hay muchos hoteles baratos con una muy buena relación calidad-precio, como La Casa dell’Arte, que te permitirá estar a un paso de otro vestigio de la antigua Roma: la basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires , una iglesia renacentista diseñada en el siglo XVI por Miguel Ángel sobre las ruinas de las Termas de Diocleciano.
Cerca de la famosa Piazza Navona, no te puedes perder el Panteón de Agripa , un templo romano de proporciones descomunales cuya cúpula parece desafiar las leyes de la física. Para completar las visitas de la Roma clásica, no olvides la Bocca della Verità , una máscara de mármol del siglo I cuya función original se desconoce y que hoy en día está colocada en el pórtico de la iglesia de Santa María en Cosmedin. Según cuenta la leyenda, todo el que va a Roma debe meter la mano dentro de la boca de la verdad y, si miente, la perderá. ¿Te atreves?
LA MAGIA DE LA EDAD MODERNA
Entre los siglos XV y XVII volvió a brillar en la ciudad de Roma el esplendor de antaño. Si durante el Quattrocento Florencia fue la capital artística del mundo, en el Cinquecento artistas de toda Italia acudieron a Roma para formarse y recibir financiación por parte de los grandes mecenas, sobre todo los papas. La ciudad está salpicada de los proyectos de arquitectura y las composiciones pictóricas y escultóricas más destacadas del Renacimiento, entre los que destaca la Basílica de San Pedro del Vaticano , iniciada por Bramante , continuada por Maderno y finalizada por Miguel Ángel. Este último es sin duda el protagonista artístico del lugar, pues su escultura de La Piedad en el interior de la basílica y los frescos de la Capilla Sixtina en los Museos Vaticanos son fundamentales en la historia del arte a nivel mundial. Si el Renacimiento te apasiona, deberías elegir entre la multitud de ofertas que ofrecen los hoteles cercanos al Vaticano, como el Mocenigo Vatican Suites.
Ya en el Barroco, de nuevo los papas se propusieron embellecer Roma, y contaron para ello con los mejores arquitectos y escultores del momento: Borromini y Bernini. Al primero se deben edificios como la genial iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane , mientras que al segundo se deben plazas como la de San Pedro del Vaticano , con su monumental columnata elíptica que simula el abrazo de la iglesia al mundo, o la Piazza del Popolo , con sus calles radiales en forma de tridente, así como varias esculturas y fuentes repartidas por toda la ciudad, como El Éxtasis de Santa Teresa, en Santa María de la Victoria ; las esculturas que flanquean el romántico Puente Sant’Angelo , o la Fontana della Barcaccia a los pies de la escalinata de la Plaza de España (la famosa escalinata, que ha sido escenario de infinidad de desfiles de moda, pedidas de mano y miles de momentos especiales, está coronada por la iglesia de Trinità dei Monti , desde la que se obtienen unas vistas espectaculares de Roma). Tampoco se puede dejar de lado la Piazza Navona , que gracias a Borromini y Bernini, y a pesar de su rivalidad, es uno de los rincones más hermosos de la ciudad: la plaza, de forma ovalada, cuenta con una fuente en cada extremo y otra en el centro, la dramática Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, que se alza frente a la magnífica fachada curva de Santa Inés en Agonía , obra de Borromini.
¡HASTA PRONTO, ROMA!
Despedirse de la Ciudad Eterna no es fácil, y cuesta elegir un lugar para decir adiós. Tal vez una de las mejores formas de hacerlo sea subiendo a alguno de los miradores para contemplar el mar de cúpulas del casco antiguo bañado por la luz dorada del atardecer. Hay muchos entre los que elegir, desde el mirador del Pincio , sobre la Plaza del Popolo, hasta el íntimo y poco conocido mirador del Giardino degli Aranci , en la colina del Aventino. O puedes ir al melancólico bario del Trastevere , al cruzar el río, y despedirte de la ciudad bebiendo un delicioso cappuccino o brindando con Roma, ya que es una de las mejores zonas para tomar una copa, sobre todo en los bares que hay alrededor de la Piazza Santa María. Pero antes de marchar, no olvides acercarte hasta la Fontana di Trevi , la fuente más famosa de cuantas adornan las plazas de Roma, y lanzar una moneda por encima del hombro para que ese «adiós» pueda convertirse en un «hasta pronto».