Casa/apartamento entero Casa Ave del Risco (Colima, México)

Casa Ave del Risco

La casa "Ave del Risco", se muestra como una ave resuelta al vuelo dominando el risco en que se posa. Su composición, de carácter agresivo y una audaz y dinámica estructura, definida con un sentido de libertad y de dominio, que se trasmite al visitante a través de múltiples terrazas al aire libre, como la del comedor, mirador en voladizo sobre una barranca de más de 40 metros de altura. El alcance visual es amplio. En su plano cercano, los lomeríos nos permiten apreciar a detalle del dinamismo armónico en la vida vegetal y animal; formas, colores y aromas diversos en cada estación del año: de los grises, marrones que proyectan la belleza de abundantes cactáceas, a los variados matices de verde en sus higueras, hules, ceibas, primaveras, palmeras, entre otros, cubiertos siempre de vida silvestre: tlacuaches, ardillas, patos, gansos, aves canoras como los pericos, calandrias, bellísimas urracas, gritonas chachalacas y señoriales pavorreales. Planos lejanos que expanden la vista, se abren al cielo y focalizan lugares icónicos como el cerro de "La Cumbre" con su Ermita y el colorido vuelo de los parapentes; la dibujada población de Piscila a la que podemos llegar paseando a caballo por el serpenteante río de "El Salado", disfrutando de los sonidos y movimiento del agua sobre las rocas, calmo y ligero algunos meses, fuerte y vigoroso en otros. Uno de los atractivos más importantes, lo constituye su ambiente interior, fresco y airoso, rico en sonidos, que invita al descanso, a la contemplación y reencuentro interior, pero también nos invita al movimiento, a recorrer la rivera del arroyo que nace de un manantial, apenas a 250 metros, entrar en sus pozas, ya sea de un salto por las sogas que penden de un árbol, recibir un masaje con la fuerza de variadas caídas de agua o permitir que pecesitos nos besen los pies; o detenernos para leer un libro dentro del jardín circular de las ruinas de un antiguo cuarto de bombeo de agua. Y por último bajar y recibir la brisa de "la cascada", caída de más de 15 metros de altura, premio mayor del recorrido y privilegio permitido sólo a los que, como guardianes cuidamos un pedacito de cielo en la tierra.